Frailes Carmelitas Descalzos en Ecuador

Espiritualidad

 

 

Día novena / fecha

Tema

 

comentario

1er día/ 7 julio (do)

María esclava del señor

 

 

Fr. Fredy Garzón ocd

2do día/ 8 julio (lu)

María: servicio

 

 

Mons. Néstor Herrera, Obispo emérito de Machala

3er día/ 9 julio (ma)

María: testimonio

 

 

Fr. Alfredo Velásquez ocd

4to día/ 10 julio (mi)

María: contemplativa

 

 

Fr. Carlos Alberto León ocd

5to día/ 11 julio (ju)

María: ofrenda y donación

 

 

Fr. Marcelo Sarmiento ocd

6to día/ 12 julio (vi)

María: buscadora de Dios

 

 

Fr. Gonzalo Zapata ocd

7mo día/ 13 julio (sa)

María: la escucha

 

 

Mons. Aníbal Nieto ocd, Obispo de San Jacinto de Yaguachi

8vo día/ 14 julio (do)

María: al pie de la Cruz

 

 

Fr. Robin Calle ocd

9no día/ 15 julio (lu)

María: hermana de la comunidad

 

 

Fr, Juan Berdonces ocd

Fiesta  / 16 jul (ma)

 

 

 

 

 

Novena 2019 (video)

 

Daniel De Pablo Maroto, ocd

En el mes de julio toda la familia carmelitana recuerda a su Patrona, la Virgen del Carmen.  En las iglesias de los frailes y las monjas carmelitas se celebran triduos y novenas en su honor, con cánticos, sermones y plegarias para concluir con la procesión de su imagen por las calles de nuestras ciudades.  Para vivir mejor este marco festivo nada mejor que recrear la memoria histórica de los orígenes de tan entrañable y universal devoción.

Retazos de historia

FOTOAunque parezca mentira, la orden del Carmen, que desde muy temprano se proclamó eminentemente mariana (Totus marianus est Carmelus), no encuentra mencionada a María en su Regla o estatuto fundamental de vida, escrita en los primeros años del siglo XIII.  A muchos les parecerá una paradoja, una contradicción.  Sin embargo, dos razones, al menos, desmienten esa ausencia de María, colman el silencio de la Regla de San Alberto, patriarca de Jerusalén, y explican el marianismo de la orden.

 

La primera se deduce de una exégesis profunda del texto fundacional, más allá de una lectura material, que nos descubre a María como Señora del Monte Carmelo y Madre de los carmelitas.  Dice el prólogo de la Regla que el carmelita debe “Vivir en obsequio de Jesucristo”.  Esta breve fórmula significa que los guerreros cruzados (los primeros ermitaños carmelitas) que se juntaron junto a la “Fuente de Elías” en el Carmelo, consagraron su vida a Jesucristo como Señor de la Tierra Santa, de la misma manera que lo hacía un vasallo con el señor feudal.  El “servicio” de vasallaje a Cristo de los soldados occidentales no era una profesión bélica, sino un “obsequio” de vida contemplativa en el desierto, de ascesis evangélica bajo la obediencia de un superior.

La mentalidad feudal en la que se escribe la Regla nos ayuda a entender el marianismo implícito en la misma.  Aquellos piadosos ermitaños del Monte Carmelo, imitadores y seguidores de Jesucristo, lo fueron, por la misma razón, de su madre terrena, la Virgen María.  Las dos figuras, Cristo y María, eran para ellos inseparables en la vida y en el culto.  La tierra santa de Jesús era también la tierra santa de María, la Virgen del Carmelo.

Pero no se trata sólo de una deducción lógica, sino de una constatación documental.  Se sabe que, al menos desde mediados del siglo XIII, aquellos ermitaños rindieron un culto especial a la Virgen María edificando en medio de sus rústicas celdas un oratorio dedicado a ella en señal de vasallaje.  Al ser el titular de la capilla, los ermitaños aceptaban a María como su patrona y protectora, y -por la misma mentalidad medieval a la que hemos aludido- se consagraban a su servicio, como ella misma se había consagrado a su Hijo.  En consecuencia, el vasallaje, originariamente de tinte cristológico, adquiría una dimensión también eminentemente mariana.  Con la profesión religiosa de los consejos evangélicos, el ermitaño del Carmelo se consagraba al servicio de Cristo y de María.  Para ellos era la Señora del lugar, Santa María del Monte Carmelo.

La rudimentaria capilla de los orígenes se convirtió, en la segunda década del siglo XIII, en una espléndida iglesia gótica dedicada a la Virgen del Carmen.  El convento de frailes, que se construyó junto a la iglesia en torno al 1263, se convirtió en meta de peregrinos y en un lugar de hospedaje.  Todo aquel grandioso complejo -iglesia y convento- del Wadi ‘Ain Es-Siah, con espléndidas vistas al Mediterráneo, fue abandonado precipitadamente en 1291 ante la presión de los sarracenos que ocuparon Tierra Santa.  Nuestras Crónicas antiguas cuentan glorias martiriales que suenan más a poesía medieval que a historia crítica.

Y la segunda razón de su marianismo lo prueba el desarrollo histórico de la orden del Carmen, tanto en su tronco primitivo, los carmelitas calzados, como en la Reforma de Santa Teresa de Jesús.  Es en la historia donde aparece la orden impregnada de teología en sus grandes escritores y de piedad mariana en la liturgia y en las devociones populares celebradas en sus iglesias.  Según una antigua tradición, desde mediados del siglo XIII, se difundió la devoción al Escapulario del Carmen.  Y junto ella, la celebración de la misa sabatina, el canto de la Salve, la difusión de la cofradía de la Virgen del Carmen, la dedicación de las iglesias a la Señora, las imágenes que las adornaban, etc.

Es importante también recordar algunos datos históricos.  El primero, que desde mediados del siglo XIII aparece el título mariano Santa María del Monte Carmelo.  El segundo, que la celebración de la fiesta litúrgica de la Virgen del Carmen se puede constatar ya a mediados del siglo XIV.  Y el tercero, que, poco a poco fueron surgiendo los títulos con los que los carmelitas distinguieron a su Virgen del Monte Carmelo: Madre, Hermana, Patrona y Reina.

Las leyendas, los mitos y los símbolos

Si la historia que he descrito en síntesis es hermosa, no lo es menos la interpretación mítica y simbólica que dieron los escritores carmelitas de la figura de María como Señora y Patrona de la orden.  Los carmelitas, originarios del Monte Carmelo en Palestina, crearon, al margen de la historia, toda una literatura simbólica y mítica, expresión de un inconsciente colectivo, que utilizaron para probar la antigüedad y la dignidad de la orden con derecho a sobrevivir cuando se debatía la existencia de algunas órdenes mendicantes en el concilio Lateranense IV (1215), entre otras la de los carmelitas.

Pero, más allá de los avatares históricos adversos, dos figuras aparecen en el imaginario colectivo de la orden: Elías y María.  Los carmelitas vieron en el profeta Elías a su padre y fundador porque practicó la vida eremítica y contemplativa en el mismo lugar donde ellos habían nacido, el Monte Carmelo.  Interpretaron la “nubecilla” que surgía del mar (Reyes, II, 18, 44), y que contempló Elías, como preanuncio del nacimiento de María virgen y madre, fecunda de frutos e inmaculada.  Todos los seguidores del Profeta en el A.  Testamento -según las tradiciones de la orden- abrazaron la fe cristiana y son, de alguna manera, los ancestros de los carmelitas; además, los eremitas del Monte Carmelo visitaban a la Sagrada Familia en Nazaret y consideraron a María como una hermana porque, como ellos, practicó la virginidad.  A María dedicaron pronto la primera capilla.

Los mitos, los símbolos y las leyendas son un lenguaje cifrado, una forma de expresión más allá del significado verbal.  Los grandes ideales del Carmelo se esconden tras estas aparentes o reales fantasías y son un espejo donde el carmelita se mira.  Elías y María son los modelos de contemplación y acción, de eremitismo, soledad y espíritu andariego, de fe y caridad, de consagración a Dios y a los hermanos.  La Madre Teresa, cuando pensó en renovar la orden del Carmen, miró a esos antiguos paradigmas: a Elías, a los Santos Padres nuestros, a María, la Reina, la Patrona, la Señora y Reina del Carmelo.  ¡Ojalá que la familia del Carmelo no pierda de vista este lejano, pero siempre actual, modelo que es la Virgen del Carmen!

Domingo: ¡Aleluya!!! ¡Es Pascua!!

¡Cristo ha resucitado!, y esta gran noticia recorre el mundo entero haciendo posible la esperanza; anunciando en el silencio que el Amor es más fuerte que la muerte; que en donde todo parece cerrarse, hay un camino de salida; que el dolor y la angustia se pueden vestir de luz y de Presencia.

Como Magdalena, también hoy nosotros nos ponemos en camino; quizás en busca de evidencias, quizás en busca de sentido; ansiando una compañía profunda y verdadera; proclamando que el abismo y el dolor no tienen la última palabra.

Nos ponemos en camino, radiantes y exultantes de gozo; pero también, abriéndonos paso en la hondura de nuestras propias sombras.

Del Evangelio de san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.  Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:  «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».  Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro.  Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.  Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.  Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.  Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

María Magdalena se pone en camino, y también nosotros con ella.

A su alrededor, hay anuncios y vestigios de la Pascua -quizás tenues y silenciosos- pero ciertos, pues está amaneciendo.  Y con todo, para ella estos signos no son suficientes.  Necesita comprobar; necesita ver en primera persona.  Conocer por experiencia el Paso de Jesús y el sentido de todo.

Jesús les había hecho una promesa, pero la evidencia del dolor y del sepulcro, parecen haber destruido cualquier brizna de esperanza.  ¿Es que puede existir un camino nuevo, una certeza de luz y esplendor cuando a nuestro alrededor todavía son fuertes el dolor, la desesperanza y la muerte? Se trata de ponerse en camino y de ir al fondo de nuestras búsquedas y preguntas.  Quizás en lo hondo del propio corazón, en nuestras propias muertes y caminos cerrados, podamos descubrir la presencia del Resucitado; el que pronuncia aquella palabra que estoy necesitando y que sólo Él sabe decir.

Señor Jesús,

cuando la dureza de la vida y de los caminos me golpee,
ayúdame a levantarme y a ir hacia Ti.
Quizás deberé atravesar senderos de tinieblas,
caminos a tientas y aún no transitados;
acercarme a sepulcros que nadie es capaz de abrir,
pues su losa es pesada.

Y con todo, tu Presencia de Resucitado -interna y luminosa-
creo que puede dar un sentido nuevo y profundo a la realidad.
A cualquier realidad.

Hoy te pido:
Que mi alegría exultante, sea alegría por Ti.
Que mi palabra de consuelo, la reciba sólo de Ti.
Que la luz que llene mi alma, seas sólo Tú.

Señor Resucitado,
brilla en mi vida y en cada uno de los seres humanos.
En el cosmos y en la Creación.
Ahora y por toda la eternidad.

Ana María Díaz, cm

Fuente: cipecar.org


Semana Santa

Domigo de Ramos

Lunes Santo, 15 de abril

“María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera” (Jn 12,3). 

El gesto de esta mujer atrevida y valiente desvela la delicadeza de su amor gratuito a Jesús.  Respira el perfume de la entrega y regala algo de tu persona a quienes te encuentres hoy.

Llena mi vasija con tu perfume, Señor, para que yo lo pueda derramar por los caminos.

 

Martes Santo, 16 de abril

“Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces” (Jn 13,38). 

Jesús sabe que lo van a entregar y a negar los amigos; antes se sienta con ellos a la mesa, parte para ellos el pan y derrocha su amor sin medida en la cena.

Regálame la certeza de tu presencia, Señor, y mis labios dirán que te amo.

 

Miércoles Santo, 17 de abril

“¿Qué están dispuestos a darme si se los entrego?” (Mt 26,14). 

Llega la hora negra de la traición y de la venta del inocente.  ¿Cuánto vale una vida? ¿Cuántas personas privadas de la libertad, mercantilizadas, reducidas a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica?  Dios nos pedirá a cada uno de nosotros: ¿Qué has hecho con tu hermano?

Sé, Señor, que si yo te entrego mi vida, tú me darás la tuya por entero.  Ayúdame a pasar de la indiferencia a la solidaridad y fraternidad.

 

Jueves Santo, 18 de abril

“Si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros” (Jn 13,14). 

Jesús con este gesto profético, expresa el sentido de su vida y de su pasión, como servicio a Dios y a los hermanos: “Lavar los pies significa decir: yo estoy a tu servicio; significa que tenemos que ayudarnos los unos a los otros.  Esto es lo que Jesús nos enseña.  Así, ayudándonos, nos haremos bien”.

"En nuestro corazón debemos tener la certeza, la seguridad de que el Señor, cuando nos lava los pies, nos lava todo, purifica todo" (Papa Francisco). 

 

Viernes Santo, 19 de abril

“Está cumplido” (Jn 19,30). 

Jesús se ha entregado por entero.  Su última palabra es de triunfo.  En la Cruz, Jesús transformó la mayor iniquidad en un acto supremo de amor.  “Nuestra vida refleja este amor perfecto, cuando ofreciéndola por los demás, como Jesús nos enseñó, lo hacemos presente en medio de su pueblo” (Papa Francisco). 

Al acabar cada día, te diré confiadamente mi Dios, amén.

 

Sábado Santo, 20 de abril

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí.  Ha resucitado” (Lc 24,5-6). 

En la oscuridad que envuelve a la creación, María la primera discípula y perfecta creyente, permanece sola al mantener encendida la llama de la fe, esperando contra toda esperanza en la Resurrección de Jesús.

Cuando respiro, te siento, Jesús, Cuando amo, te encuentro, mi Señor.

Fuente: www.cipecar.org

 

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Frailes carmelitas de Perú, Ecuador y Colombia, se reunieron en Duruelo - Villa de Leiva (Colombia, del lunes 6 a la viernes 10 de mayo de 2019.  Llegaron invitados a participar del Encuentro de Párrocos OCD de la Cicla Centro.

La finalidad principal entre otros objetivos fue el de diseñora estartegias para 'carmelitanizar' nuestra parroquias, en las obras, grupos, movimientos y demás expresiones laicas y parroquiales.

No hay descripción de la foto disponible.Para cumplir esta propuesta se trabajaron principalmente, tres documentos:

- Exhortación La alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium) del Papa Francisco

- Documento Testigos de la Experiencia de Dios - Plan Global de la Parroquia Carmelitanadel Primer Congreso Internacional de las Parroquias OCD en Villa de Leyva – 2001

- Exhortación Christus vivit: Exhortación apostólica postsinodal a los jóvenes del Papa Francisco

Ya en la dinámica de trabajo y ala luz de los documentos: Evangelii Gaudium y Testigos de la Experiencia de Dios se desarrollaron los siguientes temas en concreto:

  • ¿Cuál es la experiencia que ha conseguido la Parroquia Carmelitana de su Circunscripción con relación a las Obras Sociales?  (Circunscripción del Perú)
  • ¿Cuál es la experiencia que ha conseguido la Parroquia Carmelitana de su Circunscripción con relación a la Misión?  (Circunscripción de Ecuador)
  • ¿Cuál es la experiencia que ha conseguido la Parroquia Carmelitana de su Circunscripción con relación a los Jóvenes y a la Espiritualidad?  (Circunscripción del Colombia)

Al final, se definieron los Compromisos y Conclusionesa partir de todo el camino recorrido por nuestra CICLA CENTROCuáles serían los retos que se nos plantea para ser Testigos de la Experiencia de Dios en cada una de nuestras ParroquiasLos diferentes participantes acordaron enviar aportes desde sus reflexiones, para las memorias del Encuentro.

A continuación algunas fotos del encuentro...

 

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Bajo la mirada compasiva y misericordiosa de Dios, con alegría y confianza comenzamos este tiempo litúrgico que la Iglesia nos regala para reavivar la fe, encender la esperanza y practicar la caridad.  La Palabra de Dios alumbra nuestras opciones cristianas y nos invita a poner los ojos en Jesús, el rostro de la Misericordia del Padre, el Maestro, el Amigo, el Camino, la Verdad y la Vida. 

Desde el inicio del camino, Jesús nos invita a ir con Él al desierto, para oír en el silencio “el callado amor”; para acoger la Palabra de Vida; para caer en la cuenta de la verdad de nuestro ser de hijos/as de Dios ; para hacer visible nuestra identidad de hermanos/as y para seguir anunciando, con alegría, el Evangelio de Jesús en nuestro mundo.

El Espíritu nos abre los oídos del corazóny nos reviste de fortaleza para estar con Él, para caminar con Él, y para entregar la vida con Él.

Lo primero que hace Jesús en el desierto es pasar por la prueba de todas las tentaciones sin sucumbir a ella.  Fiel a su Padre, prefiere la Palabra de Dios al pan, la confianza al milagro, el servicio a Dios al dominio sobre los reinos del mundo.

Nosotros/as, seguidores/as de Jesús, tenemos que pasar también por los desiertos de la historia y por las duras pruebas de la fidelidad a Dios en nuestros contextos sociales y culturales.  El autor de la Carta a los hebreos nos alerta y alienta: “Cuidado, hermanos: que ninguno de ustedes tenga un corazón perverso e incrédulo, desertor del Dios vivo.  Antes bien, anímense unos a otros cada día, mientras suena ese hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado.  Porque, si mantenemos firme hasta el fin nuestra posición del principio, somos compañeros de Cristo” (Hb 3, 12-14). 

El apóstol Pablo despierta la confianza en Quién sabemos nos ama: “Ninguna prueba les ha alcanzado que sea sobrehumana.  Fiel es Dios y no permitirá que sean probados por encima de sus fuerzas; con la prueba les abrirá una salida para que puedan soportarla” (1 Co 10, 13-14)

Con estos deseos de bien comenzamos el camino cuaresmal en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Fuente: cipecar.org