Parroquia Nuestra Señora Del Carmen (Guayaquil)

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Parroquia Nuestra Señora Del Carmen (Guayaquil)

En 1934 el Gobierno ecuatoriano dio la autorización necesaria y el 05 de Mayo de este mismo año el Padre Brocardo de San José ocd., tomaba posesión de la Parroquia del Purísimo Corazón de María que hasta la fecha había estado en manos del Rvdo. P. Ignacio de las Heras.

Nos dirá el P. Brocardo en sus notas: “La parroquia comprende la Iglesia y a cada lado un área de terreno; en la parte norte funciona una escuela que hasta el año 1938 llevaba el nombre de Belén y era regentada por los Hermanos Cristianos. Desde el primero de Enero del mismo año se denomina se denomina escuela “García Moreno” y es regentada por los Padres Carmelitas”.

Desde que tomaron a cargo la Iglesia se denominó Parroquia de la Victoria, por la plaza aledaña que lleva ese nombre y era tan extensa que se calculaba tendría treinta mil personas. Apenas entraban en el ritmo del quehacer guayaquileño cuando recibieron los Padres una notificación del Municipio y la Sanidad ordenando demoler las torres de la Iglesia que se desplomaban hacia la calle Quito; el peligro para los transeúntes era inminente.  La situación apremiaba y venía cargada de  tremendas dificultades, insuperables a ojos humanos; sin consultar más que con Dios y armados de FE los Carmelitas emprendieron la obra que el 25 de Agosto de 1935, día Domingo, empezó con la ceremonia de bendición de la Primera Piedra. Todavía la gente recuerda con emoción el espectáculo evangélico que ofrecía aquel venerable Padre Brocardo con su mano bendiciente y su sonrisa mendicante que invitaban a cooperar a la obra de Dios.

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Así empezaron a ser conocidos los PP. Carmelitas en Guayaquil, como sembradores de ideales, como incansables pastores de las almas y esforzados luchadores en el terreno de la actividad apostólica. El 28 de Septiembre de 1941 ya lucía su hermosura el frontis de la Iglesia con sus campanarios y sus dos torres que se elevan como manos sacerdotales en la plegaria litúrgica por su Ciudad, y para 1943 se podía dar por terminado el templo de la Victoria que aparece a la admiración de los fieles como corola de preciosa flor que hace pensar en el esfuerzo y cariño de alguien que labró secretamente su fragante historia.

Quien más se regocijó y comprendió la esforzada lucha de los Carmelitas así espiritual como materialmente fue Mons. Carlos María de la Torre que los había traído y ya desde el Arzobispado de Quito les escribía con lírico entusiasmo: “ como Dios en sus infinita condescendencia se dignó valerse de nuestra humilde intervención para realizar una obra que debía proporcionarle tanta gloria y ser de tanto provecho a las almas, justo es, que en tan propicia ocasión mezclemos nuestra voz con la de los Padres Carmelitas y feligreses de la Victoria, para todos, en armoniosos conciertos, rendir fervientes gracias a Dios por los innumerables bienes, mercedes y gracias que les ha concedido durante este tiempo.

No menos grato para nuestro corazón es el cumplimiento de un segundo deber: el de felicitar a los celosos religiosos que durante este tiempo han cultivado con tanto acierto y abnegación esa escogida porción de la Viña del Señor, mostrándose dóciles instrumentos en las manos del divino Agricultor”.

En carta de D. Carlos María de la Torre, Arzobispo de Guayaquil escrita en 17 de Marzo de 1928 al P. Marcelo del Niño Jesús, Provincial, se congratula de haber tratado con el P. Hieroteo de la Virgen del Carmen sobre el Proyecto de la entrada de los Carmelitas en el Ecuador. Le indica que en Guayaquil caería muy bien una casa de religiosos Carmelitas, por haber poco clero y ser el pueblo sencillo y bien dispuesto.

Trasladado don Carlos María a Quito y nombrado Administrador Apostólico de Guayaquil concedió su autorización para la fundación en la Parroquia de la Victoria el 31 de Enero de 1931. La Sagrada Congregación del Concilio concedió la Parroquia el 08 de Junio de 1935 y la Congregación de Religiosos para fundar la dio el 17 de Julio de 1937.

El P. Brocardo de San José se hizo cargo de la Parroquia y como estaba construida con cañas de bambú pensó en reconstruirla de cemento. Su sucesor P. Cecilio logró concluirla, construir la casa parroquial y la escuela.